Dr. Carlos Hernández Fernández
Jefe de Servicio de Urología
Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid.
Una de las características propias de la raza humana es su capacidad de asociarse para, como colectivo, poder alcanzar mejor sus objetivos.
En ese sentido la clase médica, conforme fue abandonando la superstición y se adentró en el conocimiento científico, se dio cuenta que le era imprescindible crear organizaciones donde, con mayor facilidad, se pudieran transmitir los avances que paulatinamente iban apareciendo y comunicar las experiencias de médicos e investigadores hasta entonces aislados en sus lugares de trabajo . De ahí surgieron las academias médicas primero y, cuando el saber se hizo cada vez más específico, “las sociedades médicas”.
En la actualidad son fundamentalmente dos sus objetivos: 1 defender los intereses de la especialidad a la que se deben y 2 velar por la calidad y competencia de los especialistas a los que representan y que juegan un papel primordial en la defensa de la salud de la sociedad.
Nos referiremos fundamentalmente al segundo de estos objetivos.
Todos los médicos, independientemente de nuestra especialidad, somos conscientes que para mantener un alto nivel de calidad en la profesión, la formación continuada es imprescindible. Hace décadas un médico podía llegar al final de su vida profesional sin haber vivido grandes cambios en los conocimientos que adquirió durante su etapa formativa, ahora, sin embargo, vivimos en un cambio constante que hace obsoleto, en pocos años, lo aprendido previamente.
Es por ello que las sociedades médicas tienen una enorme responsabilidad en este campo y la mayoría, por no decir todas, se han centrado en realizar actividades que fomenten y canalicen dicha formación, de ahí el gran número de congresos, cursos, seminarios, etc, que realizan.
Y aún más, estas organizaciones han ido paulatinamente incorporando guías de evaluación que permitan medir las competencias de sus miembros ya que, las necesidades de los integrantes de las sociedades, no son siempre las mismas y por tanto han de generarse acciones que permitan un desarrollo profesional personalizado y que ha de poder ser evaluado de la manera más objetiva posible.
Es éste un reto no fácil de superar ya que se enfrenta con barreras culturales, resistencias al cambio, personalismos, etc.
En los últimos años otro de los aportes de estas asociaciones ha sido analizar e identificar, mediante paneles de expertos, las mejores trabajos publicados en todas las áreas de la especialidad y, basados en la metodología del “conocimiento basado en la evidencia”, poner al alcance de sus socios unas “guías clínicas” que, como su nombre indica, orienten y faciliten al profesional la toma de decisiones en su trabajo diario.
No menos importante es su papel en potenciar las relaciones humanas a través del contacto directo entre sus miembros con cursos, congresos, etc, ya que, a pesar de los medios de comunicación de los que ahora disponemos, hay matices que solo la discusión y el debate “ cara a cara” permiten desarrollar, sin olvidar que estos contactos consolidan lazos de amistad entre personas que van más allá del propio ámbito profesional.
La pandemia que aún estamos sufriendo nos ha hecho valorar, aún más si cabe, la necesidad de volver a participar en dichas actividades aunque posiblemente facilitando a la vez su formato “on line”, puesto que es cada vez más difícil el poder asistir a ellos de forma presencial.
La defensa de los intereses de la especialidad es también un punto clave, con el paso de los años, las especialidades han de dejado de ser islas de conocimiento y las relaciones con otras sociedades son imprescindible para conseguir una mejor trasmisión de la información y, de forma transversal, ofrecer los mejores tratamientos a nuestros pacientes, evitando, al mismo tiempo, el ser canibalizados por otras con asociaciones más potentes.
Es por todo ello que, como todo grupo humano, las sociedades médicas han de seguir vivas, activas y sus asociados han de exigir de ellas que les aporten la mejor formación científica posible, adecuada a sus distintos intereses y que sepan velar por sus competencias para que, como médicos, sigamos ofertando la mejor atención posible a nuestros pacientes.
Madrid, 23-01-2022
Dr. Carlos Hernández